Una conducta que preocupa en los centros y en las familias y, al mismo tiempo, que ha propiciado la creación de distintos programas de prevención e intervención. Es importante identificar la problemática y ofrecer una respuesta, pero entendemos que resulta necesario dar un paso más: pasar la mirada de la conducta a la raíz, al origen de esa conducta, para que el cambio, real y necesario, se dé en la persona.
Para ello, es necesario entender qué sucede en la persona para que se lleguen a dar estas actitudes tan agresivas y dañinas, tanto para la persona que las sufre como para quien las comete. Y, precisamente, el enfoque neurocientífico es quien nos aporta una novedosa conceptualización que nos ayuda a entender mejor estas conductas: la memoria emocional negativa. Por lo tanto, es conveniente que quienes educamos nos reformulemos la siguiente pregunta:
“¿Qué nos está explicando esta conducta?”
La correspondiente respuesta nos permitirá desarrollar un marco de intervención que no se limite sólo a esa conducta defensiva, es decir, a la aplicación de sólo un protocolo. Cada vez resulta más evidente que hay que plantear una estrategia global, estableciendo unos criterios compartidos que lleven a identificar, comprender y atender el dolor emocional inconsciente que las motiva, para que se dé la restauración de dicho dolor y, realmente, se produzca el cambio de conducta que buscamos.
Por tanto, el abordaje desde el dolor emocional subyacente de las conductas defensivas es fundamental para crear una intervención educativa verdaderamente restauradora. Sólo de esta forma conseguiremos restablecer su bienestar. Para ello, es importante, también entrenar y estimular determinadas funciones en nuestro cerebro.
En Kristau Eskola, desde nuestros orígenes, hemos entendido que existe una diferencia entre lo que la persona es y los actos que realiza, y la incidencia de estos mismos en el ámbito educativo. Y, es que, creemos, firmemente, que la principal ocupación de la educación radica en responder a las necesidades de ‘ser persona’ y, a ‘aprender a vivir y a convivir’, de manera integral: académica, intelectual, cognitiva, socioafectiva, emocional, espiritual.
Por eso, queremos que nuestros centros sean espacios de bienestar, donde cada persona se sienta acogida, acompañada, valorada de manera integral e íntegra; donde se respete su ritmo individual y se confíe en sus capacidades; donde no se le juzgue, sino que se le comprenda; donde equivocarse y el error sean una nueva oportunidad de aprendizaje. Sabiendo que, todo ello, además, resulta preventivo.
El programa GuGan es una respuesta neurocientífica eficaz al importante reto de educar emocionalmente en los centros educativos; su novedad y su razón de ser residen en ir a las causas del problema de las conductas defensivas, desadaptadas, desde una ‘cultura de la solución’.
Autoras: equipo GuGan de Kristau Eskola