“En los niños y adolescentes, la actividad física mejora su aptitud cardiorrespiratoria y muscular, mejora su salud cardiometabólica, influye positivamente sobre los resultados cognitivos y beneficia la salud mental de estos reduciendo los síntomas de depresión, ansiedad y estrés”. Son palabras recogidas por la OMS en la presentación online ante más de 2.000 personas de “EVERY MOVE COUNTS” (“Cada movimiento cuenta: Líneas guía 2020 sobre actividad física y comportamientos sedentarios”).
La batalla contra el sedentarismo y la obesidad lleva librándose hace decenas y, de momento, la sociedad va perdiendo en el resultado de las tendencias crecientes de personas menos activas y con sobrepeso. Podríamos hablar de la…
Pandemia Mundial de Estilos de Vida No Saludables.
De los 56 millones de muertes anuales en el mundo, según la OMS en 2009, el 73% de ellas son debidas a enfermedades no contagiosas. En un mundo lleno de contradicciones, 6 millones de niños mueren anualmente por malnutrición en países subdesarrollados, pero, en aquellos en vías de desarrollo o desarrollados, la causa principal de muerte de los menores está asociada a un índice de masa corporal elevado (sobrepeso y obesidad), la falta de actividad física y el bajo consumo de frutas y verduras. Estos tres factores se encuentran entre los considerados como los ocho principales factores de riesgo y provocan una importante casuística de desarrollo de enfermedades no transmisibles (ENT) como pueden ser: afecciones respiratorias, coronarias, diabetes tipo B y ciertos tipos de cáncer.
En los centros, la solución pasa por conseguir que los menores adquieran hábitos saludables
El reto actual, también ampliamente señalado en el GAPPA (Plan de Acción Mundial para la Actividad Física 2018-2030) de la OMS, es conseguir esa transformación del modelo de centro educativo y conseguir que los alumnos encuentren en el colegio un lugar donde la primera opción para cualquier vivencia sea siempre saludable. Conseguir que la primera opción de transporte al centro sea saludable (activa); que el inicio del día sea motivante y activador; que las lecciones sean prácticas y activas; que haya patios activos, descansos activos… que se incentive y promocione el consumo de frutas y alimentos saludables a media mañana y que el comedor escolar esté compuesto por un menú completamente saludable. También que se promueva el ocio saludable, individual y familiar. Que exista un buen equilibrio entre el uso de la tecnología y las vivencias sociales. Eso, que tan bien expresado está en muchos proyectos educativos cuando se menciona “educando integralmente”, no se está consiguiendo, quizás porque lo urgente no deja tiempo a lo importante.
Empezar por cambiar la experiencia en el colegio es una estrategia de éxito para cambiar la sociedad, aunque no la única, claro está. Pero unos ciudadanos más concienciados con los estilos de vida saludable pueden ser aquellos que quieran transformar el mundo en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para conseguir un mundo más equilibrado y equitativo.
Una buena muestra de esto último la tenemos en los centros que han tomado la iniciativa y han decidido actuar sumándose al programa de Colegios Comprometidos con el Deporte y la Salud promovido por la ONG DES, un programa que se sigue llevando a cabo con todos los centros inscritos a pesar de las amenazas que representa la situación de alarma social causada por el coronavirus. Una apuesta entre todos por la salud física y mental de los menores alineada, precisamente, con las orientaciones dadas por la OMS.
Autor: Andreu Raya Demidoff, Presidente de DES, ONG que colabora con Kristau Eskola en el ámbito del Deporte y la Salud en los centros.