La vida es compleja y no siempre conseguimos estar bien. Hay momentos buenos y momentos malos. Tener que mostrar siempre la mejor faceta de uno mismo no siempre es fácil, y es una actitud que cuestionamos cada vez más gente. A mi entender, el hecho de no sentirse bien es parte de la vida misma, es el sentimiento más humano que podemos tener, y merece ser respetado.
De esos altibajos que se nos presentan debemos sacar una enseñanza. En mi caso, ese momento de bajón fue cuando me comunicaron que tenía dislexia. Algo dentro de mí sintió alivio por saber, por fin, qué me pasaba. La otra parte de mí se enfrentaba a una gran incertidumbre. Como en otros muchos casos, el mío también fue un diagnóstico tardío, en parte, por la desinformación que hoy día sigue habiendo en torno a la dislexia.
Al principio de mi proceso todo fueron dudas, ninguna certeza; pero, con el tiempo, fui comprendiendo más y más. La ayuda y apoyo de mis allegados fue primordial para superar esa primera etapa. Una ayuda y un apoyo que serán necesarios por siempre ya que la dislexia es algo con lo que se vive, no es reversible. Una vez eres consciente de ello, algo cambia en tu interior, te hace ver las cosas desde otra perspectiva.
Hoy en día, sigo sin poder decir que he alcanzado mi objetivo. Me queda aún un recorrido hasta llegar a meta, ir a la universidad. Pero lo que sí puedo afirmar es que mi esfuerzo y constancia me han propiciado un gran avance en ese camino. No todo ha sido fácil. Como todo proceso, me ha exigido mucho tiempo y dedicación. Pero los frutos que estoy recogiendo confirman que el esfuerzo ha merecido la pena. Todo ese sacrificio, tanto mío como el de las personas que me rodean, ha servido para algo.
¿Qué sería la vida si nos sirvieran todo en bandeja?
Entre los objetivos importantes que me he fijado destaco el dar visibilidad a la dislexia. Poner voz a todas las personas disléxicas que muchas veces pasamos inadvertidas ante el resto de la sociedad. Hay mucho desconocimiento en la materia, y es importante sensibilizar y formar a profesionales. Conseguiremos, así, que la dislexia se normalice. Para las personas con dislexia es importante tener referentes en los que fijarse, siembran esperanza y ayudan a mantenerse firmes para seguir trabajando y avanzando en el proceso. Lamentablemente, y pese a que las cosas estén cambiando, aún contamos con pocos referentes.
Para finalizar, quiero mandar mi apoyo a todas las personas que formamos este colectivo. A las personas y profesionales que trabajan día a día para que podamos salir adelante. Y, a la familia, tan necesaria en esta lucha diaria. Eskerrik asko!
Autora: Jule González Ubiria