Los centros escolares no estamos exentos de los tiempos de frenética innovación en los que está inmerso el conjunto de la sociedad. Parece, por un lado, que la innovación es algo que se ha inventado en los últimos años, y, por otro lado, que existe un perpetuo riesgo de quedarse atrás si no estamos continuamente atentos a las últimas novedades.
En Bidaide Fundazioa creemos que el valor de la innovación se sustenta en dos elementos: por un lado, la medida en que lo que hacemos promueve una mejor experiencia educativa para el educando y por otro, el criterio y el rigor con el que se hace, siendo fundamental la capacidad de partir de nuestro contexto particular para entender bien qué necesidades tenemos y, por lo tanto, qué medidas tenemos que adoptar para satisfacerlas. Dicho de otra forma, tenemos que tener claro el para qué y el por qué de lo que hacemos.
No hay ningún cómo (metodología, dispositivo, receta) que pueda dar respuesta a estas preguntas ni que las haga redundantes. Por ello, la necesidad de dotarle de un sentido propio a la innovación que queremos promover nos lleva a abordar la innovación como un proceso dinámico que necesita de la participación de las personas que están involucradas en el proyecto educativo.
En Bidaide Fundazioa contamos con un marco de referencia en cuanto a la identidad educativa de la fundación y sus centros que se recoge en el Modelo de Escuela y que bebe del Proyecto Educativo Pastoral Marco de Kristau Eskola. Si bien este documento dota al conjunto de la fundación de unos principios y objetivos comunes, nuestra apuesta siempre ha sido la de entender qué sentido cobra este marco y cómo puede potenciar los proyectos educativos particulares de cada centro, atendiendo a su recorrido, contexto y necesidades particulares. Este conocimiento y esta experiencia se encuentra en las personas que componen cada proyecto, y esto nos lleva, de nuevo, a entender la implicación del claustro como un elemento indispensable sobre el que construir el horizonte de innovación del centro.
El camino que hemos recorrido para ello ha sido el que propone el Itinerario para el Plan de Innovación, disponible para todos los centros de Kristau Eskola, y que propone una reflexión conjunta desde una visión sistémica (metodología/evaluación, relaciones educativas, organización e infraestructuras) que permita recoger las distintas voces del claustro y hacer opciones de cara al futuro dando cabida a la diversidad y a las distintas necesidades que existen dentro de un colectivo y tomando decisiones acordes a ellas donde todo el mundo pueda verse representado.
Esta atención a la escucha y a encontrar un sentido compartido a la innovación es fundamental para crear un proyecto compartido donde todo el mundo entienda su papel en la consecución de un objetivo común. Independientemente de las particularidades de las materias de cada uno, le dota a la tarea del docente de un para qué y un por qué más amplio que su propia asignatura.
Y esto, finalmente, nos lleva a la práctica de la innovación, es decir, a su aplicación y por lo tanto al valor real que puede aportar a nuestros proyectos educativos. Tener un objetivo compartido vuelve a recordarnos que, aunque la mayoría de las veces estamos solos con el alumnado en el aula, educar es una tarea colectiva y relacional, y que los objetivos que nos hemos marcado no los podemos lograr en solitario, sino que es necesaria la combinación de nuestros esfuerzos. Y por lo tanto, no puede haber innovación de calidad, innovación con sentido e innovación con impacto, si no tenemos la capacidad de llegar a acuerdos de forma colectiva de qué es lo que queremos y qué necesitamos hacer para llegar a ello.
Esta forma de promover la innovación, que parte de una forma de concebir la educación con un fuerte carácter relacional y donde la corresponsabilidad de los agentes educativos es fundamental para generar proyectos comunes, reconoce el valor y la importancia inigualables del docente en nuestros proyectos educativos. Como dice Andreas Schleicher, director del informe PISA, “la calidad de la enseñanza nunca podrá exceder la calidad de los profesores”, y seguirán siendo, por lo tanto, parte indispensable de la innovación en nuestros centros.
Autora: Elena Sánchez, responsable de Pedagogía en Bidaide Fundazioa