“Manos Unidas nació del compromiso de unas mujeres de Acción Católica que, indignadas y sobrecogidas por las cifras del hambre, decidieron enfrentar el problema y se pusieron manos a la obra para combatir la que, todavía hoy, es una de las mayores y más vergonzantes lacras que afectan a la humanidad. Han pasado 63 años y, desde entonces, la palabra indiferencia sigue sin tener cabida en nuestro quehacer diario”, Clara Pardo, presidenta.
Como sabemos, nuestro mundo se ha visto golpeado por la pandemia de la COVID-19 que ha cambiado la realidad que nos toca vivir. Por eso, Manos Unidas quiere dedicar el año 2022 a encontrarnos con esa nueva realidad que pretendemos cambiar. Es urgente detenernos en ella con una nueva mirada, que restablezca, con honestidad y justicia, las diferentes causas que siguen impidiendo que millones de seres humanos puedan vivir una vida verdaderamente digna. Solo desde el reconocimiento de esta realidad tendremos posibilidades de participar en su transformación. Y nuestro compromiso es mirarla desde los últimos, porque sabemos que ellos nos darán las claves para entender un mundo marcado por una profundización de la desigualdad que está empeorando las condiciones de vida de las poblaciones -sobre todo del Sur- y, de manera muy especial, su derecho a la alimentación. Necesitamos generar nuevos compromisos que transformen las condiciones de vida de millones de seres humanos considerados como descartables.
Enfrentarnos con audacia y honestidad a una indiferencia creciente ante la desigualdad constituye uno de los mayores desafíos para Manos Unidas. La enseñanza social de la Iglesia, a través de sus principios fundamentales como la solidaridad, el bien común, la opción por los pobres o el destino universal de los bienes, nos muestra el camino para transformar la realidad que nos toca vivir y trabajar a favor del reconocimiento real de la dignidad de todos los seres humanos.
Sabemos que para transformar este mundo desigual tenemos que, además de cambiar nuestro pensamiento y nuestros estilos de vida, cambiar nuestra mirada sobre la pobreza, para descubrir los mecanismos estructurales entre Norte y Sur, y dentro del propio Sur, que generan una desigualdad cada vez mayor. Hay que transformar las estructuras que perpetuán esas diferencias y favorecer el acceso y la participación de todos en el desarrollo de la humanidad como proyecto común.
En ese cambio de estructuras, una parte fundamental es la educación para el desarrollo y la ciudadanía global con la infancia y la juventud. Para ello, trabajamos, sobre todo, en los niveles de educación formal, infantil, primaria y secundaria, ofreciendo al profesorado propuestas como el Festival de Clipmetrajes y actividades presentes en la web de educación, que les permitan abordar esa educación para el desarrollo con su alumnado y nos acompañen en esta labor de sensibilización.
En este momento en el que un reto global, una pandemia, ha profundizado todavía más las consecuencias de la desigualdad, invitamos a todos a sumarse de manera esperanzada y solidaria en la construcción de un mundo donde nadie se quede atrás y desparezca la desigualdad. Es una tarea de todos, de ti también. Que tu indiferencia no los condene al olvido. ¡Muchas gracias! Eskerrik asko!
Autora: Pilar Orbe Murua, responsable de educación de Manos Unidas-Esku Batuak, Gipuzkoa