El tema del Día Internacional de la Mujer de este 8 de marzo de 2023 es:
«Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género».
Esta semana oía uno de los mensajes que Emakunde está lanzando en su nueva campaña para el 8M: “Las mujeres solo representamos el 23% de las matrículas en titulaciones técnicas”. Y no es por falta de vocación, añaden (y lo comparto). Es, entre otras cosas, el resultado de una educación que todavía lastra de estereotipos que nos limitan y que limitan a las niñas para ser lo que ellas quieran ser.
La brecha digital es la desigualdad en el acceso y el uso a las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación). El acceso a Internet es calificado por la ONU como un derecho universal clave para el desarrollo de las sociedades, y no podemos dejar fuera al 50 por ciento de la población.
Es importante trabajar activamente para erradicar la brecha digital de género desde las edades más tempranas. Despertar la curiosidad por la ciencia y la tecnología de igual manera entre niñas y niños. No sólo porque los datos avalan la estrecha relación entre las vocaciones científico- tecnológicas y el índice de crecimiento país, sino porque las competencias STEAM son ya necesarias para cualquier perfil profesional donde el componente tecnológico es una cuestión trasnversal.
Se trata de una responsabilidad de toda la sociedad que parte de las familias, pero que también corresponde a los centros educativos que guían a los “txikis” en su desarrollo humano y en la construcción de su futuro profesional. Es necesario que desde los colegios acompañemos en el proceso de aprendizaje para que las personas puedan adquirir competencias para entender y aprovechar el potencial educativo, económico y social que la tecnología nos ofrece.
La discriminación tecnológica es una forma de pobreza y exclusión social. Durante la pandemia de la COVID-19 hemos podido comprobar como un gran número de estudiantes y trabajadoras/es se enfrentaban con dificultades para teletrabajar y seguir las clases online. Entre las principales consecuencias de la brecha digital se hallan la incomunicación y el aislamiento, las barreras para el acceso al conocimiento por carecer de la tecnología y de las competencias digitales para manejarla y, sin lugar a dudas, un aumento de las diferencias sociales por la disminución de las opciones para encontrar trabajo y acceder a recursos económicos.
La educación digital inclusiva es clave para la construcción de una sociedad igualitaria y sostenible. En nuestras manos está dotar de las herramientas necesarias para desenvolverse con las mismas oportunidades en un futuro en el que la tecnología, como hemos comentado, se erige como un elemento transversal de desarrollo en el que el gap digital se reduce incluso entre las carreras de ciencias y de letras.
La igualdad de género empieza a construirse desde que nacemos, es una cuestión de valores y de cimientos. El futuro será sostenible siempre que eduquemos en la igualdad de oportunidades, reduzcamos la brecha de género digital y apostemos por la tecnología como herramienta integradora y transformadora. Como una ayuda y no como una traba. Empecemos a construir un futuro en igualdad desde nuestras aulas y espacios educativos. Está en nuestras manos.
Autora: Nerea Ibañez, Presidenta de EnpresariAK y ASPEGI.