2020, un año con un nombre tan redondo parecía que iba a ser un buen año. Aunque veíamos en el telediario noticias sobre la situación en China, y más tarde en Italia, nadie llegamos a imaginar la situación que viviríamos unas semanas más tarde: colegios cerrados, hospitales colapsados, confinamiento durante semanas, calles desiertas, economía paralizada… y una sensación de incertidumbre e inquietud que durante el verano se fue relajando, pero que con la vuelta al trabajo y al colegio, y el número de contagios al alza, han hecho que vuelvan a sonar todas las alarmas.
La vuelta a las aulas este curso 2020-2021 no ha sido la misma
No hemos visto a nuestros niños y niñas en la entrada del colegio amontonados, nerviosos, abrazándose tras un verano sin verse, sonriendo mientras se cuentan las aventuras vividas durante las vacaciones.
Ha sido un regreso marcado por las medidas de prevención e higiene, protocolos, restricciones, nuevas rutinas, miedos, inseguridades… pero no por ello podemos olvidar el pilar fundamental de nuestros proyectos educativos, la educación integral de la persona y, por lo tanto, también, el bienestar emocional de nuestro alumnado.
Nuestros alumnos y alumnas han vivido un largo confinamiento, más estricto aún que el de los adultos. Puede que hayan vivido la enfermedad e incluso la pérdida de un ser querido, que sientan miedo al contagio, que vivan situaciones complicadas en casa…
Por todo ello, necesitamos más que nunca atender y cuidar sus emociones.
No podemos olvidar que, si el cerebro emocional está activado intentando controlar el miedo o la tristeza, la parte más cognitiva del cerebro no podrá funcionar con normalidad, y no podrá aprender. No es necesario que estén contentos y riéndose en todo momento, pero si es importante que se sientan seguros y tranquilos para que puedan seguir aprendiendo y desarrollándose.
En el colegio y, sobre todo en el aula, la primera fuente de tranquilidad para los estudiantes es el profesor, y su principal recurso, la comunicación con éstos. Los niños y niñas, algunos con más sensibilidad que otros, siempre están con el radar de las emociones activado, por eso es tan importante la manera en la que gestionamos nuestras propias emociones. Hay que tener en cuenta la cara con la que entramos en clase, cómo les miramos, qué les decimos, cómo afrontamos la situación, etc.
Tenemos que conseguir transmitir seguridad y serenidad en esta situación tan incierta que nos está tocando vivir.
Hoy, más que nunca, es necesario desarrollar de forma consciente y sistemática las habilidades socioemocionales que necesitan los estudiantes para afrontar con éxito circunstancias cambiantes, inciertas y desconcertantes como la que están experimentando actualmente; además de lo que les tocará vivir más adelante en su vida de adultos.
Podemos afrontar este momento de incertidumbre como una oportunidad para poner en valor todo que sabemos y todo lo que hemos aprendido durante este tiempo, incorporando todo lo aprendido en las formaciones que hemos recibido durante los últimos años y trabajando sin agobios, confiando en nosotros mismos, y apoyando y ayudando a nuestros compañeros y compañeras.
Desde Kristau Eskola seguiremos ayudándoos en esta importante labor a través del programa GuGan, con formación, materiales, apoyo y asesoramiento.
La educación emocional y el cuidado de la persona siempre han sido una de nuestras señas de identidad.
Hoy, más que nunca, se pone en valor el trabajo que realizamos. Es importante que le dediquemos el tiempo necesario, el que haga falta, a trabajar el bienestar emocional y la seguridad de nuestros estudiantes. Recuerda que no es una pérdida de tiempo, que es una inversión. Seguro que lo haremos lo mejor que sabemos y demostraremos una vez más que somos EDUCADORES con mayúsculas.
Autora: Arantxi Urretavizcaya, Responsable de pedagogía de Kristau Eskola